Se trata de una figura de
utilería hecha en base a papel y engrudo que fue rescatada intacta tras el
siniestro de 1977 y en 2013 se salvó de la inundación.
El incendio en el Teatro
Argentino se desató a la hora de la siesta del martes 18 de octubre de 1977
cuando los integrantes del ballet estable se aprestaban a ensayar en la sala
principal. Los primeros bailarines en bajar estaban en el precalentamiento
cuando, de pronto, un foco de iluminación comenzó a fallar y los chispazos
prendieron un telón de voile. El fuego se propagó rápidamente. En medio del
caos de gritos de pánico y corridas desesperadas, los trabajadores intentaron
rescatar lo que pudieron antes de evacuar el lugar que en pocos minutos se
transformó en una verdadera hoguera.
Mientras las llamas devoraban el
escenario, la sala y otras de las dependencias contiguas, muchas personas
ligadas al coliseo fueron llegando alertadas de lo que estaba ocurriendo. En
ese momento, ganados por la angustia y la perplejidad, no pocos empleados
desafiaron el riesgo y se aventuraron al
interior del edificio en busca de sus pertenencias. Hubo, incluso, quienes
permanecieron en los jardines toda la noche acompañando la evolución del
siniestro y como precaución ante el temor de que se produjeran saqueos.
Aquellas horas de confusión y
desasosiego alumbraron el mito de la llamada “Virgen de las Cenizas”, una
figura de la Inmaculada Concepción rescata intacta de aquel desastre. Se trata
de una escultura realizada en 1973 para la escenografía del primer acto de la
Ópera Tosca de Giacomo Puccini por el jefe de Utilería, Dino Orlandini. La
imagen es de tamaño natural -1 metro con 63 centímetros de altura- y está hecha
en cartapesta, una técnica artesanal italiana en base a capas de papel o cartón
y engrudo con una estructura de madera y brazos de yeso sobre los que se colocó
un manto de liencillo engomado.s dotaciones trabajaron para extinguir el fuego
en el Argentino
La puesta para la que se había
hecho la escultura fue suspendida y la virgen terminó en un depósito. Con el
tiempo alguien la ubicó en el sector conocido como "capilla", el
espacio junto al escenario donde se preparan los elementos para el cambio de
escenografías y los artistas aguardaban antes de salir a escena. Hasta antes
del incendio era conocida como la "Virgen Azul” y era frecuente que los
artistas creyentes se persignaran ante ella antes de salir a escena; pero, tras
sobrevivir a las llamas, empezó a ser venerada como la "Virgen de las
Cenizas"; una suerte de protectora del teatro.
El silencio impuesto sobre lo
ocurrido por las autoridades del gobierno militar, que decidieron rápidamente
demoler el edificio y no promovieron una investigación que sirviera para
dilucidar los motivos del incendio, hizo que muchos de los episodios
particulares de aquella fatídica tarde hayan permanecido velados durante largos
años apenas esbozados difusamente con versiones parciales y a veces
contradictorias. El paso del tiempo, los caprichosos pliegues de la memoria y
el recambio generacional en los planteles del coliseo han transformado a la
historia de la virgen en un verdadero arcano; una especie de puzzle al que aún
hoy le siguen faltando piezas.
PROCESIÓN A LA CATEDRAL
El domingo 20 de noviembre, a
poco más de un mes del incendio del teatro, el Arzobispado de La Plata organizó
una procesión para trasladar la Virgen rescatada desde el Teatro Argentino
hasta la Catedral. Según las crónicas de la época asistieron unos 2.000 fieles.
Unos días antes, el sacerdote
Roberto Lodigiani había publicado en el diario El Día un artículo titulado “La
virgen que no se quemó” que ofició de convocatoria para la ceremonia del
traslado. “Hallada entre las cenizas, silenciosamente escondida entre la
destrucción, pero llena de gracia en su manifestación”, escribió el recordado
prelado platense, Y agregó el siguiente párrafo: “La gente se ha de preguntar:
‘fue un milagro’. La Iglesia, prudente siempre frente a estos hechos. No ha de
responder. La respuesta la tiene el pueblo. Pero todo hecho extraordinario que
sale de lo normal o suspende las leyes de la naturaleza, ciertamente es un
signo… Un signo es algo adaptado a la inteligencia de todos, eficaz para la
salvación. Es un llamado a la fe. Una acción providencial de Dios. Es una
lección que se oculta detrás del gesto. Manifiestamente estamos ante un hecho
extraordinario”.
Pocos días después del incendio
una procesión acompañó la imagen en su traslado a la Catedral.
Para concluir Lodigiani señaló:
“Miremos detrás del signo el llamado de Dios que revela en un gesto concreto,
bien visible. Tan visible que toda la ciudad podría ir a verlo, la salvación
proclamada por el Ángel en la pequeña Nazaret el día en que se le apareció a
María para pedirle que fuera la madre de Jesús”.
Durante su sermón en la misa de
entronización, el arzobispo Antonio José Plaza indicó: “Dios libró a la
Inmaculada del fuego del pecado y ha querido que esta imagen suya se vea
también librada del fuego del Argentino, para que desde aquí bendiga todos los
esfuerzos para que la ciudad tenga nuevamente su teatro, y su pueblo la anhelada
paz”.
La virgen fue emplazada en el
Altar del Santísimo Sacramento, ubicado en el lateral izquierdo de la nave
principal de Catedral, donde estuvo por varios años. Luego fue pasada al museo
del templo donde fue expuesta dentro de un camarín.
EN PRIMERA PERSONA
Dora Bergés era encargada del
área de Peluquería y estuvo entre las personas que decidieron entrar al
edificio pocas horas después del incendio. Avanzó entre paredes ennegrecidas en
dirección a la sala provincial. Al traspasar una abertura de la que había sido
una puerta contigua al palco correspondiente a la Dirección lo que vio la dejó
sin aliento. El panorama era desolador. En medio de hierros retorcidos y un
colchón de cenizas, su vista se detuvo en un destello azul que brillaba en la
zona de la fosa próxima al escenario.
La distancia no le permitía darse
cuenta de qué se trataba. Intrigada, comenzó a aproximarse caminando entre los
despojos. Sólo cuando estuvo lo suficientemente cerca pudo distinguir que se
trataba de la estatuilla de la Inmaculada Concepción realizada para la
escenografía de la obra de Puccini. Increíblemente se hallaba intacta mientras
todo a su alrededor eran restos calcinados por el fuego. Bergés contó que llamó
a varios compañeros que, sin poder salir de su asombro, procedieron a retirar
la escultura. Su testimonio, con los detalles del hallazgo fue publicado por el
corresponsal del diario La Nación, Víctor Gil, el 4 de noviembre de 1977. Ese
artículo fue titulado "La Virgen de las Cenizas", la forma como, en
adelante, se lamó a la figura.
El dato llamativo del testimonio
de Bergés es que según coinciden todos los testimonios recabados para esta nota
a primera hora del día siguiente del incendio, cuando se dice que Dora habría
ingresado al edificio, ya se había dispuesto un riguroso cerco policial que
impidió el acceso durante varios días.
Curiosamente, Dora -ya fallecida-
no volvió a hablar en público sobre aquel hallazgo. Su recuerdo se pierde entre
los viejos empleados del Argentino y pese a haber sido protagonista de
semejante acontecimiento ni el teatro ni las autoridades eclesiásticas han
homenajeado su memoria. Es que, durante largos años el episodio del rescate de
la virgen permaneció reservado a la privacidad de comentarios que sólo
circulaban entre los propios empleados y sus amistades. Así, aquel suceso
comenzó a rodearse de un halo de misterio que, a medida que el tiempo
transcurría, parecía volverse insondable.
Recién pasadas casi cuatro décadas del incendio, a lo dicho por Bergés se sumó otro relato que da cuenta de un capítulo previo, que ofrecería una versión sobre cómo habrían ocurrido las cosas. Según esta versión en medio del caos varios empleados del teatro entre los que estaba el regente de escenario, Juan Domingo Garzo, encontraron la virgen mientras buscaban retirar elementos del depósito de Utilería que estaba ubicado al costado del escenario. Según Garzo, ese lugar "no se prendió fuego porque tenía pisos de mosaico y las paredes que lo protegían". "Por una ventana sacábamos las cosas”, narró; para luego agregar: “la agarramos (a la virgen) con dos compañeros más y la pusimos en el piso mirando hacia lo que había sido el escenario”, para entonces destruido por el fuego.
“Como a la semana salió una nota
sobre una mujer del teatro que había visto la virgen en el pozo del escenario y
quedó como la virgen milagrosa que se salvó del incendio” remató Garzo,
reconocido maestro en iluminación teatral fallecido en junio de 2017. Sus
palabras fueron publicadas en octubre de 2016 en el diario digital Contexto, en
un artículo que lleva la firma de Marcos Núñez. En esas declaraciones, sobre la
imagen salvada Garzo dijo que se trataba “una virgen que un artesano había
hecho para la ópera Sor Angélica”. El testimonio de Garzo pone en escena otra
virgen, también hecha por Orlandini y agiganta el enigma sobre lo que realmente
pasó.
La Virgen de las Cenizas en su
actual localización en el primer piso del complejo.
Por otra parte, Ruben Scianda contó durante años a familiares y amigos una secuencia diferente. Fallecido en 2014, Scianda era empleado de Utilería y estaba en el teatro la tarde del incendio. “Papá decía que cuando estaban junto a otros compañeros tratando de sacar piezas de utilería se topó con la virgen de Tosca. Primero la puso a resguardo en un pasillo bajo una arcada y la sacó por una ventana. Cómo no sabía qué hacer con la pieza decidió llevarla a la Catedral en el asiento trasero de su Ford Falcón”, relató Leonardo Scianda, uno de los hijos del agente y se lamenta por no haber retenido mas detalles de la historia. Por años Leonardo y sus hermanos acompañaron a su abuela Luisa Farinelli a dejar flores al píe de la virgen cuando estaba en el templo mayor de la ciudad y hasta cuando tuvieron un accidente en el Falcon decían que habían salido ilesos gracias a la virgencita del teatro. Y agregó: “Después de tener que convencerlo para asistir a la inauguración del nuevo teatro fuimos juntos y cuando estábamos entrando me señaló la virgen que estaba en el foyer y me dijo: ‘a esta la salvé yo’.” Hoy Leonardo recuerda que “nosotros siempre le decíamos que tenía que contar todo eso, hacerlo público, pero mi viejo estaba muy renegado con lo que había pasado con el teatro”.
Mariana Pace es la nieta de
Orlandini. Tenía ocho años cuando se produjo el incendio. “Para mí el taller de
Utilería era como una sala de juegos, yo crecí en el teatro. Me acuerdo de
muchos empleados intentando salvar cosas, sus instrumentos”, indica la mujer,
que dice recordar con claridad todo lo ocurrido en aquellos días. A Pace no le
cierran las versiones de que alguien haya movido la virgen del lugar donde fue
encontrada. Allí, sostiene, la vieron muchas personas. Además, según su opinión
“resulta imposible que alguien la haya puesto en ese sitio ya que los escalones
para acceder se habían quemado”. Pace aporta otro dato: en el momento del
incendio había al menos tres figuras de vírgenes que habían sido hechas para
las óperas Tosca, Sor Angélica y Don Giovanni.
Aquel funesto día José
"Pino" Melía estaba en el cuarto piso en la oficina que ocupaba la
sección Sastrería y Vestuario y asegura que al evacuarse con unas pocas prendas
que pudo rescatar pasó por la zona donde dicen que fue encontrada la virgen.
"Ahí no pudo estar la figura porque no se hubiera salvado porque las
llamas y las bocanadas de humo eran imponentes. Si al otro día o más adelante
alguien entró y movió algunas cosas yo no lo sé", afirma Melía, que llegó
a ser director del Argentino cuando en 1999 se inauguró el nuevo complejo.
“Alrededor del incendio hay muy
pocas cosas claras y, en cambio, muchas leyendas e hipótesis sin comprobar”,
dice Marcos Nápoli, responsable del Archivo Histórico Artístico del teatro.
Sobre el hallazgo de la virgen, Nápoli apunta que “nunca estuvo claro dónde
estaba esa figura cuando empezó el incendio ni cómo llegó hasta al lugar donde
dicen que fue encontrada. Mi teoría es que la virgen no estaba en la zona
afectada directamente por el fuego, pero es solo una teoría".
DUDAS Y DEMOLICIÓN
Apenas habían pasado dos semanas
del incendio cuando el gobernador de facto, general Ibérico Saint-Jean, anunció
la demolición de los sectores más afectados de la estructura. Un grupo de
trabajadores del coliseo, vecinos y representantes de entidades intermedias,
que habían empezado a reunirse con la idea de recuperar el edificio, hizo
público su rechazo a la medida al sostener en un comunicado que afectaría
“gravemente el patrimonio histórico y los sentimientos de la comunidad”.
Sin embargo, la decisión estaba tomada, aun contra la resistencias de la ciudadanía y el criterio de varios expertos que consideraron la factibilidad de una recuperación. El 13 de diciembre, luego de que la Suprema Corte de Justicia provincial rechazó un amparo interpuesto por el abogado Edgar Torre, el general Saint Jean decretó la demolición total del edificio en base a un peritaje del Cuerpo de Bomberos, que adjudicó lo ocurrido a un “desperfecto eléctrico” y alertó sobre la existencia de “riesgo de derrumbe”.
Hoy, una serie de fotografías
rescatadas por el Archivo Fotográfico del Ministerio de Infraestructura
bonaerense, muestra el saldo del incendio que el 18 de octubre de 1977 selló el
destino del que hasta ese momento era el segundo coliseo más importante del
país, construido entre 1887 y 1890. Se trata de imágenes tomadas durante el
siniestro y en los días sucesivos, que constituyen un material de gran valor
documental. La ausencia de medidas para esclarecer las circunstancias del hecho
sembró en la población la sospecha de que pudo tratarse de un incendio
intencional.
Derribar los muros de doble ancho
del teatro no fue tarea sencilla y demandó casi un año entero de trabajo de
grúas, topadoras y una máquina con una enorme bola de acero. Mientras avanzaba
la tarea, las autoridades sacaron a la venta 2500 ladrillos acompañados por un
certificado de autenticidad para que los platenses pudieran conservar “un
recuerdo físico de la antigua sala”, según se indicó en ese momento. El último
intento de resistencia fue cuerpo a cuerpo: Un pequeño grupo se interpuso entre
el edificio y las cuadrillas con sus máquinas de demolición. Entonces fue la
intervención de la policía montada que dispersó rápidamente a los
manifestantes.
Entre tanto, el gobierno creó el
Ente de Construcción del Teatro Argentino Sociedad del Estado (ECTASE) que tuvo
como misión “construir y habilitar por sí o por terceros un complejo cultural”.
Presidido por el ministro de Educación, general Ovidio Solari, el ECTASE lanzó
un concurso de anteproyectos y tras un proceso de selección otorgó el primer
premio a un grupo de arquitectos platenses integrado por Enrique Bares, Tomás
García, Roberto Germani, Inés Rubio, Carlos Ucar y Alberto Sbarra.
LA VIRGEN VUELVE AL TEATRO
La obra del nuevo complejo
arrancó el 1° de diciembre de 1980 y, pese a que se preveía terminar en cuatro
años, recién se pudo inaugurar parcialmente en 1999 gracias al impulso que le
dieron el gobernador Eduardo Duhalde y el intendente Julio Alak. Ambos idearon
un Plan de Rejerarquización de la capital bonaerense con el que llevaron
adelante una serie de obras en la ciudad. Hoy, pasadas más de cuatro décadas,
el teatro aún no posee final de obra y todavía tiene varias áreas sin terminar
y otras deterioradas por falta de mantenimiento.
La enigmática y deshilvanada
historia de la Virgen del Argentino lucha contra el silencio impuesto por la
dictadura y el inexorable paso del tiempo
Cuando Duhalde estaba próximo a
habilitar el Centro de las Artes y el Espectáculo, se pidió a la Iglesia la
restitución de la estatuilla. En el traslado la pieza fue maltratada y,
entonces, las autoridades convocaron a la hija del escultor, Raquel “Kelito”
Orlandini, quien se abocó a restaurarla aplicando las mismas técnicas y
procedimientos que había utilizado su padre.
Fue así que el martes 12 de
octubre de 1999, al inaugurarse el nuevo Centro de las Artes y el Espectáculo,
la Virgen de las Cenizas fue ubicada en el foyer del primer piso. La sucesión
de gestiones a cargo del teatro manejaron criterios disímiles sobre qué hacer
con la figura y fueron destinándola a distintos lugares.
Luego de su segunda restauración
la Virgen volvió a estar exhibida y recibió una bendición del entonces
arzobispo Héctor Aguer
En 2003, por iniciativa del
director del teatro Daniel Suárez Marzal se creó un museo del teatro y allí fue
llevada la obra. Sin embargo, a fines de ese año, cuando el funcionario
renunció, la iniciativa quedó en nada y la virgen terminó en la oficina de Dirección.
Más tarde fue llevada a un depósito en el subsuelo donde estuvo por varios
años. En 2 de abril de 2013, al producirse la inundación de La Plata, la imagen
de María se hallaba en un depósito ubicado en el cuarto subsuelo del teatro que
resultó anegado. Entonces, gestiones de representantes de la curia platense, la
Fundación Teatro Argentino y la propia familia Orlandini lograron rescatarla.
Sin embargo, para entonces, la pieza exhibía un gran deterioro y se dispuso una
nueva puesta en valor.
La tarea de resignificación -que
implica lograr la imagen pueda contar su historia a través del tiempo- quedó en
manos del escenógrafo platense, Zacarías Gianni, hijo del histórico escenógrafo
y vestuarista del teatro Carlos Gianni. En la tarea, financiada por la
Fundación del Teatro Argentino, participaron el director de arte y realizador
cinematográfico Eugenio Zanetti -ganador de un Óscar por el diseño de
producción de su película Restauración (1995)- y la restauradora Sandra
Altinier. Cuando el trabajo estuvo listo, la virgen volvió a ser expuesta bajo
un acto encabezado por el entonces arzobispo de La Plata, Héctor Aguer. El
trabajo de restauración fue declarado patrimonio provincial por la Legislatura.
Gianni también es autor de una maqueta que reproduce el malogrado edificio del
Teatro Argentino.
Envuelta en las sombras de la
intriga, la historia de la Virgen de las Cenizas, solo cierra para quienes
creen en los milagros divinos. De otro modo, resulta inexplicable. Hoy, la
imagen se encuentra expuesta en el hall del primer piso del teatro junto a una
maqueta del viejo Teatro Argentino hecha por el propio Gianni; muchos de los
actuales empleados así como sus asiduos visitantes, sin embargo, ignoran su
intrincado derrotero. Para Mariana Pace, la nieta del autor de la escultura,
“más allá de lo que representa para los que tenemos fe, la obra es una pieza
histórica con el valor particular de integrar el patrimonio que se salvó del
fuego”.