Sor Maria Ludovica. Orgullo de los platenses, el Hospital de Niños Sor Maria Ludovica trabaja en forma permanente por la salud y el bienestar de la infancia. De su rica historia han sido protagonistas destacados médicos y una monja inolvidable que le dio su nombre y su impronta.
Detrás del importante pórtico con arcadas y columnas, todo se reducía a dos salas de madera con techo en cúpula y 60 camas. El personal estaba conformado por seis médicos y dos enfermeras. Así, bajo la dirección de Ángel Arce Peñalva, comenzó a funcionar, a fines de 1894, el Hospital de Niños de La Plata.
La creación del hospital
fue impulsada por las damas de la Sociedad de Beneficencia,
que consideraba prioritaria la existencia de un hospital pediátrico para la
naciente capital. En 1888 habían logrado que el gobernador de la provincia de
Buenos Aires, Máximo Paz les donara el terreno. En un principio se había
pensado en ubicar el nosocomio en el Paseo del Bosque, sin embargo esa idea fue
descartada. Finalmente, la obra se llevó a cabo en la
manzana comprendida entre las calles 14 y 15 y 65 y 66, frente a un
gran espacio verde donde se extraía el agua potable para la ciudad, que más
tarde tomaría el nombre de Parque Saavedra. La obra estuvo a cargo del
ingeniero Isaac Villa Monte, que también intervino en la
construcción de la Catedral.
El doctor Arce, con una
destacada trayectoria política, donó su sueldo al hospital, lo que, tiempo
después, permitió la construcción de un nuevo pabellón con 20 camas para
pacientes con enfermedades infectocontagiosas.
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Ángel Arce Peñalva, primer
director del Hospital de Niños. Donó su sueldo para construir nuevas salas.
Entre los primeros
profesionales estuvieron el cirujano Vicente Centurión,
los clínicos Carlos Cometto y Alejandro Oyuela y el infectólogo Giordano Cavazzuti, entre muchos otros.
Arce fue sucedido en la
dirección del hospital por los doctores Silvestre Oliva (1906-1912)
y el mencionado Cometto (1912-1930). La administración en los primeros años
estuvo a cargo de la Sociedad de Beneficencia, en colaboración con la
congregación Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia,
representada por la superiora María Tarcisia.
Sor María Ludovica
A principios de 1908, la
hermana Antonina De Angelis, miembro de la citada congregación,
se incorporó para trabajar en la despensa y la cocina del hospital. Nacida el
24 de octubre de 1880 en San Gregorio, en la región de los Abruzzos de Italia,
al consagrarse, en 1905, había adoptado el nombre de Sor María Ludovica. Si bien Ludovica era la mayor de
ocho hermanos hijos de campesinos y apenas sabía leer y escribir, logró sortear
el obstáculo del idioma y rápidamente comenzó a asistir a los médicos y a
desempeñarse como enfermera. Su entrega y responsabilidad llevaron a que fuera
nombrada Superiora del hospital al año siguiente, por recomendación del doctor
Cometto.
Sor Ludovica transformó
el hospital,
destacándose por su dedicación en la provisión de alimentos y en la supervisión
de las salas. Su accionar se veía reflejado en el orden, la limpieza y el
cuidado de las instalaciones. Su labor infatigable la llevaba a
pedir ayuda a donde hiciera falta. En este sentido, acudía con frecuencia tanto
a la Gobernación como a otras dependencias oficiales, buscando colaboración
para las necesidades del hospital. También solía dirigirse a comercios locales,
solicitando su aporte, ya fuera en bienes o en recursos, para el bienestar de
los pacientes y el funcionamiento de la institución.
Con la colaboración del
entonces director del hospital, Alejandro Oyuela, y el apoyo clave del Ministerio
de Obras Públicas, se consiguió comprar un terreno en City Bell, donde estableció una granja con animales de
corral y una huerta. Durante años, la religiosa se encargaba de ir a buscar
alimentos para los niños del hospital. En 1937, junto al arzobispo Francisco Alberti, promovió la construcción de la
Capilla del Sagrado Corazón de Jesús en esa localidad.
Aquejada por una
enfermedad que afectaba su riñón, Sor María Ludovica viajó a Italia y fue recibida en el Vaticano por el Papa Pío XII.
Antes de regresar a Argentina, aprovechó la oportunidad para gestionar ayuda
adicional para el Hospital de Niños de La Plata. Tras observar diversos
emprendimientos en su país natal, se propuso crear en Argentina un espacio para
albergar a los niños desamparados. Algunos chicos se quedaban a vivir en el
Hospital hasta los 14 o, incluso, más años, y después se les conseguía un
nombramiento como ayudante de cocina o limpieza.
Al desatarse la Segunda
Guerra Mundial, Ludovica consideró estratégico dotar al hospital de la
capacidad de fabricar sus propios insumos e impulsó el
desarrollo de laboratorios propios. En enero de 1944, al producirse el
terremoto de San Juan que dejó como saldo unos diez mil muertos, el Hospital de
Niños de La Plata fue principal proveedor de suero antitetánico y
antidiftérico.
En 1951 el ministro de
Salud, Carlos Boccalandro, elaboró un decreto para que
el Hospital Niños llevara el nombre de Sor Ludovica. Sin embargo, la tenaz
oposición de la religiosa, que hasta amenazó con volverse a Italia,
hizo que la iniciativa se dejara de lado.
Hospital provincial
En 1923 el hospital pasó
a depender del Ministerio de Salud Pública de la provincia. En las décadas
siguientes continuó sin pausa su desarrollo. Se inauguró un pabellón de cirugía
y otro destinado a lactantes que contaba con ochenta plazas de internación y se
añadieron nuevos servicios como otorrinolaringología y oftalmología.
Se produjeron
grandes reformas y ampliaciones edilicias: se rediseñó el
hall de acceso principal y se hizo un piso superior con habitaciones para
médicos, un salón para secciones científicas y departamentos para las hermanas
de la congregación. Además, se hicieron obras de saneamiento. Se construyó un
área de farmacia y cuatro nuevas salas, lo que elevó las plazas a ciento
ochenta, se habilitó una morgue y un laboratorio de análisis clínicos. A todo
ello se sumó la instalación de una capilla donde se realizaban ceremonias. Todo
esto dio lugar a la creación de los talleres de mantenimiento.
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Orden y limpieza al servicio de la salud de los niños, la impronta de Sor Ludovica
Los cambios incluyeron la
demolición del antiguo pabellón de tisiología e infecciones y la construcción
de uno nuevo
Fueron años en que
la poliomielitis, también conocida como el mal de Heine
Medin, golpeó reiteradamente al país. En el verano de 1956, más de seis mil
niños se vieron afectados. En el Hospital de Niños de La Plata se habilitó un
piso del nuevo pabellón bajo la jefatura de Felisa Carbonari y Mario
Ringuelet. Provisto de diez pulmotores para aquellos niños con
severo compromiso de su aparato respiratorio, y bajo la sucesiva dirección de
los doctores Ángel Ferrando y Boffi, el hospital
fue uno de los centros claves en la lucha contra la polio.
Se creó el Servicio de
Ortopedia y Rehabilitación, fundamentalmente para la recuperación de las secuelas
de la parálisis infantil. Gracias a la donación de un amplio terreno en la zona
de Punta Mogotes, Mar del Plata, se construyeron
instalaciones y un solarium destinado al tratamiento de niños desnutridos,
raquíticos y afectados por enfermedades crónicas. La monja viajaba a Mar del
Plata dos veces al mes para supervisar ese proyecto, en el que también
estableció el anexo de una escuela asegurando la continuidad de los estudios
durante el tratamiento.
Cambio de nombre
Con la consolidación el
hospital como un centro pediátrico de referencia a nivel nacional, también lo
hacía la figura de Sor María Ludovica. Más allá de sus responsabilidades
administrativas, asumió el papel de consejera y directora espiritual, no solo
del personal médico y de enfermería, sino también de las familias de los niños
internados. Su profunda espiritualidad hizo del hospital un centro de atención
de la salud pero también un espacio de consuelo y esperanza.
Recordaba el doctor Roberto Silber que cuando se buscó establecer el
dia del hospital se pensó en la fecha de nacimiento de Sor Maria Ludovica y se
fijó la celebracion el 1º de octubre porque si
bien se sabia que la monja había nacido en octubre, ella nunca quiso decir en
qué día porque no era amiga de los festejos. Entonces se eligió el 1º para que
indefectiblemente fuera en el mes de su cumpleaños.
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En 1963, tras su fallecimiento, se dispone designar el hospital con el nombre de "Superiora Sor María Ludovica".
Su compromiso era tan
grande que según se cuenta, cada día, a primera hora, Ludovica se ubicaba junto
a la puerta principal para controlar la asistencia y el
cumplimiento del horario y no se amilanaba para reprender a los
médicos que llegaban tarde, muchos de los cuales, además de grandes
profesionales, eran reputados académicos. Lo hacía con respeto y cariño y
terminaba dando una lección a los catedráticos. Ludovica recorria los pasillos
y salas con un enorme llavero donde tenia todas las llaves del hospital.
Personalmente se ocupaba de preparar la comida para los medicos del plantel
profesional. Ese tipo de actitudes fue generando una mística que la monja supo contagiar al resto.
Sor Maria Ludovica murió
el 25 de febrero de 1962, a la edad de 82 años, sus restos
fueron sepultados en el cementerio local, acompañados por una multitud y
flanqueados por una doble fila de enfermeras del hospital.
En 1963 siguiente el
Ministerio de Salud bonaerense impuso como denominación oficial para
el hospital el nombre de “Superiora Sor María Ludovica”.
Como se sabe, el 3 de octubre de 2004 la religiosa fue beatificada por Juan
Pablo II con la presencia de autoridades del hospital. Ese mismo año sus restos
fueron trasladados a la catedral platense. En 2016 fue habilitado en el
hospital un museo para conocer la rica historia de la institución a la vez que
homenajear a sor María Ludovica.
La habitación que usaba
la hermana Ludovica se convirtió en sala con objetos personales, documentos y
fotografías. Además, se incorporó instrumental de época que permite observar
los avances médicos logrados a lo largo del tiempo, así como recordar a los
profesionales de la salud que han dejado su huella en la pediatría.
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Sor Maria Ludovica junto al
doctor José Tarzian y otros galenos del hospital.
En buena medida el lugar
se armó gracias a la labor de medicos como Ricardo Emmerich,
quien llegó a trabajar con Ludovica y fue el encargado de compaginar la
historia de su vida en un video. Lamentablemente la pandemia de covid-19 obligó
a una serie de cambios funcionales y el lugar fue cerrado aunque ante la
consulta de Begum, las autoridades aseguraron que se trabaja para reabrir la sala.
Nuevos Servicios
Es importante rescatar
algunos hitos de los años que siguieron.
En 1967 se incorporó la
primera generación de residentes en el hospital por iniciativa de Juan Vicente Climent con la contribucion de sus
colegas Emilio Armendáriz y Mario Rentería
En 1968 se creó el Servicio de Hematología y al año siguiente se
constituyó el primer centro de cirugía plástica y atención al quemado detoda la
provincia.
El 24 de julio de 1974,
coincidiendo con la conmemoración de los 80 años del Hospital y bajo la
dirección de Roberto Elizalde y Hugo Pérez Salas,
se inaguró el Servicio de Toxicología y las
salas de Terapia Intensiva, con la jefatura de Adolfo Brook.
A partir de 1976 se
instaló el consultorio vespertino y se creó el Servicio de Cardiocirugía,
donde se realizó, en 1979, la primera operación con circulación extracorpórea.
En esa época también se incorporó el primer ecógrafo pediátrico de la
provincia.
En 1983 se creó el Servicio de Nefrología y se comenzó a construir el
nuevo centro quirúrgico.
En la década del 90, se
habilitó el Centro Quirúrgico, con sala de esterilización, ocho quirófanos,
terapia intensiva e intermedia, cirugía cardiovascular y la unidad de
trasplante de órganos sólidos, y también se reformaron las salas de
neonatología.
En estos años se sumaría,
asimismo, la ampliación del Servicio de Diagnóstico por
Imágenes; el equipo de Hemodinamia; nuevas
salas para los servicios de Neurología y Psiquiatría además
de consultorios de especialidades, salas de cirugía y, sobre la calle 66, un
nuevo complejo para Emergencias, Consultorios, hospital de dia y clínica
médica, una obra planificada en 2010 e inaugurada recién a mediados de 2021.
A riesgo de caer en omisiones
siempre antipaticas es necesario hacer algunos nombres, sumados a los ya
mencionados: David Ziziemsky, Jorge Morano, Francisco
Spizzirri, Serafín Ríos, José Pujol, Hugo Basílico, Rosario Merlino, Eduardo
Cueto Rua, Emilio Cechini, Julio Mazza, Julio C. Poce, Horacio Toccalino,
Ricardo Drut, Jorge Donatone, Graciela Pecotche, Zulma Santucci, Ricardo Ben,
Teresa González, Norma Balcarce, Sandro Miculan, Eduardo Pucci, Daniel Pollono,
Carlos Santanciero, Alberto Fontana, Roberto Pasquale, Jorge Strassera, Marta
Jones, Zulma Fernández, Alfredo Bertolotti, Mario Ferreyra, Silvina Morales,
Fabiana Prieto, Teresita Gentile, Patricia Climent, Carlos González Landa, Luis
Guimarey, Silvia Mafía y, entre muchos -muchos otros-, Ricardo Rahman. A ello se suman todos los
empleados administrativos, técnicos, auxiliares y asistentes, sin cuya
contribución nada hubiera sido posible.
Fundación y Casa Ludovica
La Fundación del Hospital
de Niños de La Plata se constituyó en 1991 con el objetivo de
desarrollar investigación y docencia en temas vinculados a la niñez y de
colaborar con la tarea central del hospital. Surgió por iniciativa del entonces
director Roberto Silber, como una organización no gubernamental sin fines de
lucro.
El surgimiento de nueva
terapéutica en casos de enfermedades oncológicas requería para los niños
tratamiento ambulatorios lo cual dio origen a la Casa Ludovica, un lugar donde
brindar asistencia a familias con hijos en tratamiento ambulatorio en el hospital
que viven lejos de La Plata y no cuentan con recursos económicos ni cobertura
social para sostener un alojamiento.
A partir de donaciones,
la iniciativa, impulsada por la entonces presidente de la fundación Herminia
Itarte, se adquirió en 2003 un terreno ubicado, en 14 entre 64 y 65, a escasos
metros del hospital donde en 2008 se construyó el edificio de la Casa Ludovica gracias a un subsidio otorgado por
el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. La Casa fue inaugurada en 2011
y hoy acoge a unos 700 chicos y sus acompañantes.
La fundación también
colabora para que sus pacientes puedan realizarse estudios complejos -que se
deben hacer con equipamiento que no posee el hospital- en otras instituciones o
centros médicos especializados. A su vez, solventa la revista Ludovica Pediátrica desde su lanzamiento en 1999
y, en materia de docencia, incorporó el dictado de una tecnicatura de
paramédicos para atención de situaciones de crisis.
Por otra parte, se
promueven trabajos de investigación relacionados con la mejora de las
condiciones de salud en la sociedad. Para ello fue creado en 2001 el Instituto de Desarrollo e Investigaciones Pediátricas (IDIP)
para desarrollar la investigación pediátrica de vanguardia para poder brindar
nuevas herramientas terapéuticas y sociales.
En tal sentido, el actual
presidente de la fundación, Juan Guillermo Salas,
precisó que “estamos trabajando con el desarrollo de una nueva alimentación en
base a una leche con muchas proteínas”. A su vez, Salas destacó la forma en que
la fundación ha ido apoyando, a lo largo del tiempo, los distintos cambios que
se impulsan a través de las políticas sanitarias. Para el directivo, en estos
tiempos, el fin más trascendente de la Fundación es promover el compromiso y la solidaridad.
Casa Ludovica cuenta hoy
con treinta habitaciones y se llevan adelante diversas actividades como talleres
de nutrición y artísticos y dos coros. La Casa Ludovica se sustenta
exclusivamente con el aporte de padrinos solidarios,
la comunidad y la realización de eventos artísticos, gastronómicos, subastas
además de una maratón y una gala anual.
Quienes quieran colaborar o esten interesados en conocer más sobre las tareas de la entidad pueden llamar al 4518240 o enviar un correo electrónico a la dirección:
info@fundacionludovica.org.ar
Begum / 0221.com.ar / Pablo Morosi