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¿Cuál es el origen de la numeración de las calles de La Plata?



De la historia del húngaro amigo de Dardo Rocha a la novela de Julio Verne, pistas sobre cómo se decidió usar números en las arterias platenses. 

A 644 kilómetros de la Plaza Moreno, en el noreste de la provincia de La Pampa, se encuentra la localidad de Mauricio Mayer, un pequeño pueblo de apenas 300 habitantes que debe su nombre a un inmigrante húngaro que a principios del siglo XX era un prominente empresario al frente del Departamento General de Ferrocarriles. Él estaría vinculado con la decisión del gobernador bonaerense Dardo Rocha de ponerle números a las calles platenses. 

Quienes estudiaron la vida de Mayer aseguran que nunca pisó esos senderos de tierra arenosa en que se implantó el poblado que lleva su nombre con una veintena de manzanas diseñadas prolijamente que cobija una escuela, una biblioteca, un banco y un infaltable club de fútbol. Mayer había dejado atrás una Europa convulsionada de la segunda mitad del siglo XIX para construir una nueva vida bajo el cielo argentino. Aquí se casó con Ángela Brugo, una joven de familia acomodada a la que conoció en Paraná, Entre Ríos. Pronto se transformó en un hombre de negocios con influyentes vinculaciones que, entre otras cosas, lo llevaron a entablar una estrecha relación con Rocha, quien en 1881 lo nombró director del Ferrocarril Oeste. 

“Mauricio Mayer, muy amigo de Dardo Rocha, le recomendó al fundador de La Plata numerar las calles de la nueva ciudad, en la cual estableció su residencia”, se afirma en una escueta semblanza biográfica publicada en la página del municipio homónimo que desde hace casi dos décadas gestiona el intendente radical Celestino Folmer. 

La misma referencia se encuentra mencionada en el texto “Reseña de la inmigración húngara en la Argentina” del Club Europeo, realizada por el titular de Ars Hungarica, Nicolás Székásy: “Como amigo del fundador de La Plata Dardo Rocha, Mauricio Mayer le recomendó numerar las calles de la nueva ciudad". 

EL CAPITÁN HÚNGARO 

Mauricio Mayer emigró a la Argentina en 1869, luego de recorrer varias ciudades de Europa como oficial del ejército húngaro, por razones militares y cuestiones referidas a las luchas que acontecían por aquel entonces en el Viejo Continente. 

El militar viajó con una carta de recomendación dirigida al general Juan F. Czetz, héroe de la revolución en su tierra que previo a su exilio en Sudamérica tuvo un paso por París y Sevilla, en donde conoció a Basilia Ortiz de Rosas, sobrina de Juan Manuel de Rosas, con quien se casó. Ya en Buenos Aires, fue nombrado por el presidente Bartolomé Mitre como director del departamento de ingeniería militar con rango de coronel del Ejército nacional, siendo este el inicio de un derrotero que facilitó el ingreso al país de otros compatriotas. 




Czetz le habló de Mayer al general Lucio Victorio Mansilla, y éste lo incorporó al Ejército. Al poco tiempo el húngaro alcanzó el grado de capitán y jefe del destacamento en la región fronteriza en la campaña contra las poblaciones indígenas. Mayer y Mansilla afianzaron una amistad muy estrecha evidenciada en más de cien cartas intercambiadas entre ambos. 

En una charla organizada por el Consulado Honorario y la Sociedad Húngara de Socorros Mutuos de Villa Ángela, Chaco, realizada en noviembre de 2020 y coordinada por el también húngaro Tibor Martí, se congregaron varios estudiosos conocedores de la vida de Mayer para hablar acerca de su paso por la Argentina. "Mauricio Mayer fue un hombre que perteneció al ciclo de aventuras y progreso de la Generación del 80, aquella que llegó a colocar al país entre las naciones más desarrolladas del mundo", señaló Miguel Gerardo Recupero, un coronel retirado miembro de la Comisión Directiva del Instituto Sanmartiniano de Corrientes. 

Según Recupero, se trató de una de las personas más exitosas que llegaron de Europa a nuestro país. El especialista repasó la trayectoria de Mayer como integrante del directorio del Ferrocarril Oeste, del conjunto de empresas navieras denominado Lloyd Argentino, de los bancos Provincia e Hipotecario, del Patronato de la Infancia y la Cruz Roja Argentina de la Cruz Roja, así como su desempeño como Juez de Paz, entre otros cargos. 

En un momento de su exposición, Recupero se detuvo en aquella versión replicada por la Municipalidad de Mauricio Mayer, en La Pampa, y detalló el momento en que el militar de origen húngaro propuso numerar las calles de La Plata. “Mayer tiene una colaboración importante con Dardo Rocha cuando se estaba diseñando la ciudad de La Plata; un dato curioso es que él es quien aconseja a Rocha para que numere las calles. Mayer había visto que la primera ciudad que utilizaba ese sistema era Philadelphia, entonces él le aconseja que a similitud de esa ciudad estadounidense, numere las calles”, aseguró. 

 “En ese momento, La Plata estaba en proceso de construcción y había mucha demanda de ladrillos y mano de obra y Mayer fue el primero en traer un horno de ladrillos al país”, dijo. Según Recupero, su información fue tomada del libro "El 80, los actores: el coronel Mauricio Mayer", escrito por Jorge M. Mayer -nieto de Mauricio- publicado en 1994 por la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.  

AMIGO DE ROCHA 

Sin embargo, la inexistencia de documentos que acrediten la intervención de Mayer en la definición sobre la utilización de números en las calles en La Plata hace que algunos estudiosos duden de tal posibilidad.  

Desde que puso un pie en estas tierras, en 1869, el húngaro se fue acomodando socialmente gracias a las relaciones que tenía la familia de su esposa. Logró construir una fortuna personal que le permitió convertirse en un empresario de renombre. Mayer y Rocha se conocieron en los inicios de la gestión de este último como gobernador provincial. Como aspirante a la presidencia de la Nación, el fundador de La Plata tejía relaciones con muchas de las personas poderosas del país, y ahí fue cuando apareció este húngaro para colaborar en la concreción de la nueva ciudad. 

La persona que los acercó fue Carlos Mauricio Schweitzer, otro húngaro fundador en 1884 del Banco Constructor de La Plata que por ese entonces sacaba provecho como nadie de la ciudad en ciernes donde todo estaba por hacerse: "Una ciudad planificada de cero es el paraíso de la especulación inmobiliaria, es el Disneylandia de los desarrolladores inmobiliarios; y Schweitzer era uno de ellos", dice el historiador platense Jorge Troisi Melean. Y desliza algunos datos que dan cuenta de la cercanía existente entre Rocha y Mayer, quien por pedido del entonces mandatario fue uno de los organizadores del banquete de fundación, el 19 de noviembre de 1882. Otro dato a tener en cuenta es que siete años después del nacimiento de La Plata y en conmemoración del centenario de la Revolución Francesa, Mayer integró la comitiva argentina que concurrió a la Exposición Universal de París, evento en el que la ciudad fundada por Rocha fue premiada con dos medallas doradas en las categorías "ciudad del futuro" y "mejor realización construida". 

En tanto, en el pueblo pampeano que lleva su nombre nadie parece saber demasiado sobre Mauricio Mayer. Más aún, el escritor y máximo investigador del lugar, Víctor Hugo Kulhawy, no se atreve a confirmar si Mayer tuvo que ver con los números de las calles platenses. 

Kulhawy es nieto de uno de los hombres que trabajó en la construcción del ferrocarril en esa región cuando a principios del siglo XX sólo había desierto: para ese entonces, el Gobierno de la provincia de Buenos Aires había tomado la decisión de extender el ramal que uniría el este pampeano con el territorio bonaerense. Las vías harían punta de riel en lo que hoy es la localidad de Winifreda y el director del proyecto no era otro que el mismísimo Mauricio Mayer. Kulhawy, autor de un libro sobre el nacimiento del pueblo, cuenta que "de acuerdo a lo que decía mi padre, Mayer nunca estuvo acá; nuestra aldea lleva su nombre como un homenaje por ser el responsable de la obra del ferrocarril". 

LA CIUDAD DE JULIO VERNE 

Durante algún tiempo a La Plata se la conoció como "la ciudad de Julio Verne" por su similitud con France-Ville, la urbe imaginada por el escritor francés en su novela "Los quinientos millones de la begum" de 1879, o sea, tres años antes del nacimiento de la capital bonaerense. 

La novela cuenta la historia del doctor Sarrasin, único heredero de la fortuna de quinientos veinticinco millones de francos de un tío lejano que había estado casado con una princesa india (begum). Sarrasin se propuso usar el dinero recibido para construir una ciudad ideal, basada en principios rigurosamente racionales e higienistas. 

Verne describió la urbe modelo en las páginas del libro: "Cada medio kilómetro las calles se ensanchan para tomar el nombre de bulevares o de avenidas. En cada cruce hay un jardín público ornamentado con bellas copias de las obras maestras de la escultura, en espera de que los artistas de France-Ville produzcan estatuas originales dignas de remplazarlas". 

En el estudio "Ciudad de La Plata. Tres décadas de reflexiones acerca de un singular espacio urbano" del arquitecto Julio Morosi publicado en 1999, se rescata otro pasaje de aquella historia fantástica que refiere puntualmente a la numeración. "Tan ajustadamente representaba la ciudad al espíritu de su época que, cuando Julio Verne en 1879 debe describir una ciudad ideal, tal cual se la podía concebir entonces, utiliza frases que pueden aplicarse casi sin cambio alguno a La Plata: ‘...El planteo de la ciudad es esencialmente simple y regular, de manera que pueda prestarse a todos los desarrollos. 

Las calles cruzadas en ángulo recto, están trazadas a distancias iguales, tienen una anchura uniforme, están arboladas, y se las designa mediante número de orden... Cada medio kilómetro, la calle, un tercio más ancha, toma el nombre de bulevar o avenida y presenta sobre uno de sus costados un espacio al descubierto para los tranvías y ferrocarriles metropolitanos. Y en todos los cruces habrá un jardín público, ornamentado con hermosas copias de obras maestras de la escultura, en espera de que los artistas de la ciudad produzcan creaciones originales dignas de reemplazarlas’”. 

Ese párrafo de la novela de Verne alimenta nuevos interrogantes sobre el vínculo del texto y el origen de la numeración de las calles platenses.l 

NÚMEROS Y NOMBRES 

Estudiosos de los orígenes de La Plata se inclinan a pensar que no hay un único motivo que explique el por qué de las calles numeradas y, por ende, tampoco puede tenerse certeza de quién fue el de la idea. Aunque sí hay elementos para explicar las razones de una de las características más distintivas de nuestra ciudad: "Las calles platenses son numeradas porque en el proyecto urbano todo fue racional y matemático", dice Triosi Melean. "En la década del 80 está esa idea del positivismo y de que los números y las matemáticas son el único lugar donde hay una realidad y las cosas son concretas. Entonces, acá estaban aplicando ese concepto, incluso hasta con la idea de que sería una ciudad más civilizada", agrega. Además, "con los números se evitaban las antinomias de la historia: era una ciudad hecha desde cero que miraría hacia adelante y no habría que elegir nombres que siempre hacen referencia a hechos y personajes del pasado". 

No obstante, la novedosa idea de calles exclusivamente con números duró tan solo dos años. Un decreto del Poder Ejecutivo bonaerense del 31 de julio de 1884 que contó con las firmas del gobernador Carlos D'Amico y de su secretario de Gobierno Nicolás Achaval, designó nombres para las calles del centro platense. Entre los fundamentos de aquella reglamentación, se argumentó que "consultando la comodidad de la población de esta ciudad y siendo más fácil el conocimiento de las calles cuando son designadas por nombres; sin perjuicio de la numeración a que obedecen en el plano general, el Poder Ejecutivo decreta" en el artículo 1 que al boulevard 1 se lo llamará Buenos Aires, al 51 Veinticinco de Mayo, al 53 Nueve de Julio y a calle 6 Constitución, entre otros. 

"Para atraer a los porteños y evitar complicaciones con los números se dispuso incorporar también los nombres", explica Troisi Melean. 

No obstante, con el tiempo, los números se impusieron sobre los nombres que hoy casi nadie conoce. 

 

 

221.com.ar / M. Moscoso


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