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El día que pudieron haber matado a Einstein en La Plata

Albert Einstein en el Colegio Nacional (1925)


A casi un siglo de su paso académico por nuestra ciudad, las crónicas de la época de ese viaje dan cuenta que el científico llego al país junto a una escritora, el ojo marido se entra por los diarios que estaban juntos y piensa en venir para asesinarlo


El mes de abril es el de Albert Einstein. Murió del 18 de abril de 1955 y visita nuestro país ese mismo mes en 1925. Pese al tiempo transcurrido desde esa visita, casi un siglo, y sesenta y nueve años de su fallecimiento, su nombre persiste en la memoria colectiva como el paradigma del científico. Su vestir poco convencional, su cabello desprolijo, su predisposición a ser entrevistado por la prensa, sus respuestas irónicas, siempre profundas, su talento musical, más su mirada de hombre bueno con un toque de complicidad, lo transformaron en lo que Marcos Rodríguez en su película “Amanda, el día que Einstein visitó La Plata”, llama el “rockstar” de la ciencia. Por eso no es de sorprender que a casi un siglo de su visita a nuestro país todavía hoy los medios de difusión la recordarán.

Casi cinco años atrás, el 18 diciembre de 2019, el diario La Nación recordó frases de la entrevista de uno de sus periodistas durante esa estadía, y apenas unos pocos días atrás publicó una nota sobre lo hobbies de Einstein. Durante ese tiempo, cuatro semanas del mes de abril de 1925, dio conferencias en Buenos Aires y Córdoba y estuvo un día en La Plata.

Durante esa visita, que duró aplicaciones siete horas, fue al rectorado de la Universidad para recibir el diploma de diseño como Doctor Honoris Causa, almorzó en el Jockey Club, visita el Observatorio y el Museo, en esa época ya de fama internacional por su colección de fósiles pampeanos, y después fue caminando hasta el Colegio Nacional de la Universidad donde asistió a un acto en memoria de su fundador, Joaquín V. González. Allí, para sorpresa y deleite de la concurrencia, brindó un solo de violín.

Lo que nunca se supo es que durante esa visita la vida del sabio estuvo en peligro.

En el mismo barco que llegó a nuestro país viajó la escritora Else Jerusalem. Según las crónicas de esa época parece que no se separaron durante su estadía en Argentina e inclusive estuvieron alojados en la quinta de la familia Wasserman en Llavallol. Else era una escritora e intelectual feminista de renombre que a principios del siglo XX había escrito artículos y libros sobre un tema controvertido de la época, la educación sexual de las mujeres antes del matrimonio.

Su principal novela, Der heilige Skarabäus (El escarabajo sagrado), denunciando la explosión sexual en los prostíbulos de Viena, un ”best seller” de 700 páginas editado en 1909, fue considerada como una “novela prohibida”, traducida a varios idiomas, inclusive el español, y reimpresa veintidós veces hasta que la Gestapo la censura en 1933. Dicha novela señor vio de base para un film del cine barro alemán.

En 1911 se casó en Viena con un distinguido embriólogo austríaco, Viktor Widakowich, quien viaja a La Plata poco tiempo después contratado por la Universidad para ocupar la Cátedra de Histología y Embriología de la Escuela de Medicina, la base de la actual Facultad de Ciencias Médicas. Else viajó con su marido, pero, descontenta con su vida en nuestro país, una vez finalizada la primera guerra mundial, regresaba a Europa con frecuencia, pasando largas temporadas en Viena y en Berlín, donde se cree que había entablado una amistad con Einstein.

Es de imaginarse la sorpresa de Widakovitch cuando se entra por medio de una fotografía, publicada en uno de los diarios más importantes de la época, que su mujer había llegado a la Argentina con Einstein, y leyó una crónica donde, con el lenguaje de la época, un periodista se preguntaba si entre ellos había alguien “inquietud sentimental”.

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SALVAR EL HONOR 


Según el relato del Dr. Herberto Prieto Díaz, uno de los profesores más registrados y distinguidos de la Universidad, a la sazón médico recién egresado y reciente docente de la Cátedra de Embriología e Histología, el día anterior a la visita de Einstein el Profesor Widakovitch le pregunta si mataría a Einstein. Sorprendido, quiero saber el porqué de esa pregunta tan insólita. Le dijo que se había entrado que tenía una relación con su esposa y pensaba que la única manera de salvar su honor era acabar con la vida del científico.

Por eso había resuelto matarlo durante la visita a nuestra ciudad, pero luego piensa que su honor no podía ser tan importante como para hacerlo responsable de la pérdida para la humanidad de una persona con tanto valor; había resuelto dejarlo vivir. Y así fue como La Plata se salvó del estigma de ser la ciudad donde un marido engañado pudo matar a uno de los científicos más destacados del siglo XX.

 

El Día / (*) Escritor nacido en la Ciudad, médico recibido en la UNLP y Director del Departamento de Patología en la Fundación Favaloro


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